27 may 2014

Reflexionando en Europa Muriendo en Europa, Muriendo en Europa, por Abraham Barchilón


Europa entera ha de hacer un juicio crítico y reflexionar sobre dónde se le está llevando




El sábado 24 de mayo, día de reflexión, con motivo de las elecciones al Parlamento Europeo, cuyo mandato supera, al ser de cinco años, a cualquier otro en nuestro país, nos sobresaltó con el atentado en Bruselas, decían al principio, junto al Museo judío.

Lo datos que se iban conociendo, las causas, si es que las puede haber, o el lugar determinado, prontamente nos llevó a confirmar el triste presagio que al oír hablar de atentado, tenemos todos.

Rápidamente se confirmó lo que han denominado un atentado “antisemita“. Era un cobarde atentado antijudío y el lugar exacto del atentado, no era las cercanías, como si de una coincidencia se tratara, sino el interior del recinto del citado Museo judío.

Tras esas primeras calificaciones, desgraciadamente, el presagio se confirmaba y, como a las cosas hace falta llamarlas por su nombre, lo sucedido era un atentado antijudío o, en su subjetiva nueva acepción, antiisraelí.

Europa, en el prólogo de una nueva fase en su historia, con nuevas formas de elegir sus órganos internos y potestades, sigue padeciendo la presión de algunos –demasiados- que deciden que Europa no debe corregir su triste historia y  debe seguir regada con sangre inocente.

Las víctimas mortales, tres en un primer momento y una fallecida posteriormente en el hospital, dada la gravedad de sus heridas, era el primer cruel escrutinio de las elecciones europeas.

Tan triste acontecimiento, tuvo su epílogo en los resultados de las citadas elecciones europeas, por el aumento de los escaños conseguidos por los partidos de extrema derecha, neonazis, nazis, xenófobos o racistas.

A esta dramática constatación, hay que incluir los ataques, igualmente antijudíos, sufridos en las redes sociales, tras algo tan noble como puede ser una competición deportiva.

De los más de 17.500 tuits ofensivos, insultantes, en fin, delictivos, al menos cuatro, aparecen con  nombre y apellidos. Posiblemente, por la cobardía  de los insultantes, pueden no corresponder a su verdadera identidad y el resto se esconden en pseudónimos. En cualquier caso, al igual que la tecnología, supuestamente, les posibilita esconderse cobardemente, esa misma herramienta permite, en una labor policial, la localización del lugar donde se cometió el delito, identificar a sus autores, llevarlos ante la autoridad judicial y aplicarles, por los órganos jurisdiccionales, las penas que nuestro código penal vigente establece.

La libertad de expresión tiene como límite el respeto al ordenamiento jurídico, a la vida, a la integridad y respeto de los miembros de la sociedad.

A día de hoy, se desconoce qué trámite ha dado la fiscalía a las denuncias, qué investigaciones han efectuado los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, pues, en casos muy recientes y también tristes, rápidamente se produjeron detenciones y fueron puestos a disposición de la autoridades judiciales los cobardes autores.

Europa entera ha de hacer un juicio crítico y reflexionar sobre dónde se le está llevando, no sólo los que perpetran los atentados,  los que ejercen políticas ultra sino también los que, desprestigiando continuamente, que no es lo mismo que criticar, a las instituciones, hacen que este cáncer del antijudaísmo/antiisraelismo, el racismo y la xenofobia, se detecte nuevamente en el viejo y desgarrado continente europeo.

Abraham Barchilón es abogado.



 

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