16 nov 2007

Discurso del Presidente con motivo de la cena anual de FCJE

Tras una etapa de exclusión de lo judío en el periodo franquista, nuestra generación ha visto la llegada de la democracia, de la Constitución de 1978 y de la Ley de Libertad Religiosa de 1980, pilares todos ellos de una etapa de igualdad y libertad.

Nuestra generación ha visto también la pacificación de los espíritus entre judíos y cristianos tras el impacto del Holocausto.

En lo que respecta al catolicismo, este emprendió, a partir de la Declaración “Nostra Aetate”, una transformación de sus relaciones con los judíos a través del respeto para estos tal como son, con su fe y sus convicciones religiosas. Constató que a los judíos como pueblo no se les puede imputar culpa alguna, por la "Pasión de Jesús", ni a los judíos de aquel tiempo ni a los posteriores, ni a los de ahora. Deploró “los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos”, y se comprometió a promover la comunicación con la comunidad judía.

En lo que respecta al judaísmo, la Declaración “Dabru Emet”, reconoce que los cristianos también “adoran al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el creador del Cielo y de la Tierra”, constata que judíos y cristianos aceptan los principios morales de la Torá, considera que los cristianos pueden respetar la reivindicación del pueblo judío sobre la tierra de Israel, determina que la diferencia humanamente inconciliable entre judíos y cristianos no será resuelta hasta que Dios redima a todo el mundo según las promesas de la Escritura , y propone que judíos y cristianos trabajen juntos por la justicia y la paz.

Quizás por todo ello, por la Constitución que tenemos y por el acercamiento entre judíos y cristianos, hoy, por primera vez después de 500 años, los miembros de la comunidad judía – herederos de una sociedad en la que nacieron Maimónides, Yehudá Halevy, Nahmánides, Ibn Gabirol y cientos de poetas, filósofos y escritores, pero que también sufrió la tragedia de la Inquisición - comenzamos a tener en la España democrática una existencia normal como judíos y como españoles simultáneamente.

Y dentro de esta nueva normalidad se repite la convocatoria anual de este premio Ángel Pulido, que este año coincide con el vigésimo quinto aniversario de la Federación.

Es habitual que en esta convocatoria analicemos los principales problemas con los que nos enfrentamos y aquellos que constituyen nuestro quehacer. Permítanme exponerles algunos de ellos.

Los judíos, que hemos luchado por la libertad de conciencia, necesitamos que el Estado, que se ha definido constitucionalmente como no confesional, lo sea de hecho. Es decir que, viendo el hecho religioso al menos con la misma simpatía con la que ve a otras organizaciones caritativas y sociales, avance en la neutralidad religiosa, con el pleno respeto a todas las confesiones, incluida por supuesto la confesión mayoritaria.
Para los judíos, este avance, transcurridos ya quince años de la firma de los acuerdos con el Estado, implica el desarrollo real de estos acuerdos, para que se puedan resolver ciertos problemas, entre ellos la consecución de suelo público para nuestra finalidad religiosa y social, un sistema adecuado de financiación y que se asegure el derecho a ofrecer apoyo espiritual a nuestros correligionarios en cuarteles, hospitales y cárceles.

Me gustaría también señalarles tres hechos de cierta importancia que han tenido lugar en el año en curso.

El primero, del que nos felicitamos, es la creación de la Casa Sefarad-Israel, dirigida por la embajadora Ana Salomon, proyecto auspiciado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, en colaboración con la Comunidad de Madrid y con el Ayuntamiento de la capital. Deseamos a la Casa Sefarad-Israel un largo y fructuoso recorrido y esperamos que sea una plataforma esencial para el acercamiento del pueblo judío y de su cultura a toda la sociedad española.

El segundo de ellos es un problema que parece estar en vías de resolución. Me refiero a la remoción de los restos de cementerios judíos históricos, suscitado simultáneamente en tres localidades - Barcelona, Lucena y Tárrega - al comienzo de este verano. La Federación ha establecido un Protocolo para los casos de remoción fortuita o ineludible de restos humanos de cementerios judíos, en el que se pide que los restos individualizados - como respeto a nuestra tradición religiosa de enterramiento perpetuo - sean reenterrados en el mismo cementerio bajo supervisión rabínica, o bien se entreguen a la Federación para su inmediato enterramiento en el cementerio judío más próximo.

El tercer hecho que quiero señalar es ciertamente preocupante. Me refiero a los planteamientos de la sentencia del Tribunal Constitucional, aplicada sobre el caso de la Librería Europa y Pedro Varela, que conocemos por lo publicado en la Prensa. La sentencia del Tribunal, despenalizando parcialmente el delito de apología de genocidio, aleja a nuestro país de las tesis imperantes en los más importantes países europeos y entra en plena contradicción con acuerdos internacionales de derechos humanos, que limitan la libertad de expresión al respeto y defensa de los derechos fundamentales.
La Federación de Comunidades Judías tiene la preocupación de que tras esta sentencia, en nombre de una libertad de expresión que podría ejercerse sin tener sus límites en el respeto a los derechos humanos, el país se convierta con toda legalidad en el centro de información nazi de Europa, tanto a través de libro y prensa como de Internet. La Federación de Comunidades Judías de España es totalmente favorable a la libertad de expresión así como al resto de las libertades constitucionales. Pero la libertad tiene que servir para la convivencia pacífica de la sociedad y no para la infiltración del odio. Una sociedad decente no puede atacar tan solo a los causantes de daños reales, sino que necesita una prevención para evitar que el odio racial se extienda. Hoy, las víctimas del Holocausto se sienten también víctimas de la sentencia del Tribunal Constitucional, que elimina los límites penales necesarios para evitar que se extienda de nuevo el racismo, la xenofobia y el antisemitismo en la sociedad.

Volvamos a lo que constituye nuestro quehacer. Nuestros más importantes retos como españoles y como judíos son el desarrollo de nuestras peculiaridades dentro de la sociedad española y el mantenimiento de los lazos que nos unen con el pueblo judío y con su acervo moral y religioso.

Para el desarrollo de nuestras especificidades hemos decidido fomentar nuestra labor religiosa, educativa, social y cultural, siempre atentos a los brotes de antisemitismo y a los específicos requerimientos de seguridad de nuestros centros e instituciones. En este sentido el desarrollo de los colegios comunitarios y su excelencia educativa constituyen nuestro principal objetivo.

También necesitamos que la sociedad española conozca de primera mano que no pedimos ninguna sociedad multicultural, sino una sociedad decente en la que sea posible que los miembros de nuestra confesión, que comparten con el resto de la sociedad el respeto a la vida humana y a los valores de la familia, de la paz y del progreso, puedan conservar sus especificidades religiosas y sociales formando parte íntegra de la cultura española. En este sentido hemos desarrollado una radio por Internet, http://www.radiosefarad.com, en su cuarto año de existencia, e iniciado la publicación de los Cuadernos de Sefarad, cuyo tercer volumen -dedicado a los judíos contemporáneos de Cataluña -, recibirán Vds. al término de la cena. Hemos continuado también nuestra ya larga colaboración con RTVE, tanto en el programa semanal Shalom de la Segunda Cadena como en el programa semanal La voz de la Torá de RNE.

En cuanto a nuestras relaciones con pueblo judío nos alegramos de que el Estado de Israel cumpla en el próximo año 2008 su 60 aniversario. Nuestro compromiso con el Estado de Israel es total, con independencia de su gobierno. La legitimidad de Israel procede del anhelo milenario del pueblo judío, de la tragedia incomparable de la Shoá, y de la resolución de la ONU de 1947 (hace ahora justamente 60 años) dividiendo el antiguo Mandato Británico en dos estados, uno árabe y otro judío. El conflicto derivado de la no aceptación árabe de la resolución ha continuado hasta nuestros días, pero hemos de conservar la esperanza de que la próxima conferencia de Anápolis pueda iniciar un camino viable de paz y de justicia para todos.

Como españoles y como judíos nos congratulamos de los premios Príncipes de Asturias concedidos a la institución Yad Vashem y al escritor Amos Oz, prueba del dinamismo y de los valores de la actual sociedad israelí.

También como españoles y como judíos queremos manifestar nuestra preocupación, que coincide con la de las restantes comunidades judías, por las amenazas contra Israel del actual Presidente de Irán, incrementadas con su negación del Holocausto, con los esfuerzos que realiza para mantener activos diversos movimientos terroristas y con el desarrollo de una capacidad nuclear que, si se consigue, sería puesta de inmediato en manos de grupos terroristas, llevando a la Humanidad a una escalada de violencia sin precedentes. Pedimos por lo tanto a todos los gobiernos y en primer lugar al nuestro, al gobierno español, que continúen presionando y aislando económica y políticamente a Irán hasta que cese en su programa nuclear. Esta presión es la única que puede impedir una guerra.

En cuanto a nuestras relaciones con el pueblo judío diaspórico, la Federación forma parte del Comité Ejecutivo del Congreso Judío Europeo, y participa de una forma activa en las Asambleas del Congreso Judío Mundial y del Congreso Judío Latinoamericano. Además, tratamos de favorecer en todo lo posible la asistencia de España a sefardíes en peligro. En este sentido, quiero agradecer al gobierno español su sensibilidad ante nuestras peticiones y su contribución para normalizar la situación como españoles de muchos sefardíes que viven en áreas conflictivas.

Entramos ya en la última fase del discurso. No voy a hacer una presentación del premiado, el Excelentísimo Sr. Jordi Pujol, porque será nuestro amigo Joan Culla quien lo haga. Pero si querría leerles una declaración catalana, la del Parlament de 1992, hace ya quince años, siendo Jordi Pujol President de la Generalitat, que todavía nos conmueve y emociona:

El Parlamento de Cataluña, con motivo del quinientos aniversario de la expulsión de los judíos, reprueba aquel acto, como exponente de la intolerancia religiosa y la injusticia civil de una época, así como también deplora la actitud de violencia física y hostilidad social de que fueron objeto en periodos posteriores. Reconoce el valor de la obra cultural realizada en hebreo por los judíos catalanes, en todos los ámbitos de la ciencia, la filosofía, la teología, el derecho y la literatura. Esta obra, a menudo ignorada, forma parte de la historia de la cultura de Cataluña. Insta al gobierno de la Generalitat a que transmita a la comunidad judía residente en Cataluña, a fin de que así lo haga constar a sus instituciones representativas, la reprobación formal de aquel decreto de expulsión y la voluntad del pueblo catalán de mantener con dicha comunidad unas relaciones fundamentadas en el respeto y la tolerancia, consolidadas en un acto de verdadera reconciliación y reencuentro.

No quiero alargarme más. Espero que cuando nos reunamos el año próximo se hayan resuelto los problemas que hoy hemos suscitado, que las instituciones españolas judías y de apoyo a la cultura judía hayan seguido desarrollándose adecuadamente y que se haya avanzado en la búsqueda de una solución pacífica entre israelíes y palestinos.

Nada más. Muchas gracias.

Jacobo Israel Garzón
Presidente
Federación de Comunidades Judías de España

 

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